¿En dónde esta?

Bien… alguna vez te llego una amiga o amigo preguntándote después de un largo y profundo silencio…

“¿Por qué el amor sufre tanto?”

Y tú como alguien que desconoce aquel tema respondes:

“No lo se, supongo es así”

Y si, no falta que lo analices para tus adentros; porque indirectamente sabes que es aquello que falta en tu vida, a pesar de estarlo sintiendo.

“¿Alguna vez has sufrido por amor?”

Te pregunta esa persona

“No lo se, supongo que si, todo depende”

Entonces le enseñas una sonrisa amarga, que ocasiona un gran sentimiento en tu acompañante, el cual ya sabe que si lo has sufrido.

“¿Depende?”

Vuelve pregunta y empiezas a desear que ya dejara de hacerlo

“Si… piénsalo hay muchos diferentes tipos de amores”

Miras a un cielo despejado, y es allí donde todo parece ser perfecto; con la suave brisa que recorre tus alrededores.

“¿Quieres saber de que tipo de amor hablo? o ¿se sufre por igual en todos tipos de amores?”

Te mira, sabes que esa compañía te mira fijamente esperando a que le des tu respuesta; como si esperara a que tú lo supieras todo.

“En todos se sufre por igual… no hay excepciones… pero…”

Tomas un respiro y te quedas sin palabras, porque aunque sabes que cualquier tipo de amor sufre, también te da una alegría; entonces te preguntas “¿Cómo puedo definir eso?” Continuas, porque sabes que esa persona espera algo de ti, ¿Una salida? ¿Tan solo una respuesta? Como sea ya te viste involucrado en aquella paradoja

“pero… también puede ser lo mas valioso”

Sonríes algo divertido ya que tratando de hallar la respuesta te enredas aun mas. El silencio vuelve a dominar.

“Queda el arriesgarse, a perder parte de tu felicidad para ganar otra que se encuentra en tu pareja y lanzarse a eso con el miedo de sufrir…”

Respondió aquella amiga o amigo tuyo, dejándote impresionado. Entonces hay algo… y deseas responderlo afanado porque sabes que es cierto…

“Pero, ¿Y si no hay miedo? ¿Y si confías en la otra persona tanto, que no hay miedo alguno?”

Le dejas a tu amigo la inquietud, este sonríe y con gesto algo amable te dice:

“No hay respuesta alguna, ¿esperas vivir un amor perfecto?”

Te pregunta sin rodeos.

“No, porque el amor perfecto no existe, con tan solo ser feliz con esa persona, darias tu alma y te refugiarías en ella no importa cuantas veces sea necesario”

Entonces la otra persona se ríe algo escandalosamente, para mirarte con ternura y divertida. Quedas desconcertado

“¿Ser feliz no es igual a estar perfecto? ¿No es eso que nadie te puede quitar a pesar de todo lo qué pase? ¿Refugiarte no es lo que buscas en la felicidad?”

Tantas preguntas a la vez, con un sentido lógico te dejan aturdido, involuntariamente respondes, porque sabes que es la verdad

“Si…”

Te sonríe tu acompañante, mientras hace el indicio de querer ya terminar la conversación. Ella ya hallo la respuesta que buscaba pero tú aun no la entiendes… y se supone que tú tenías la respuesta.

“Hay esta, el amor perfecto existe, existe para cada persona, porque es tu felicidad y refugio lo que pones en manos de alguien en quien confías. Entonces no hay miedo y el arriesgarse deja de tener sentido, porque no hay peligro alguno para ti allí”

La persona se va y te deja sola, ella hayo su respuesta, tu aun no hayas la tuya que es diferente a la que buscaba la otra persona. Comienza a llover pero no puedes moverte de allí, el cielo se torna gris y empieza hacer frio.

Cuando estas a punto de hallar la respuesta el día se pone, en contra tuyo, pero lo analizas y ¡vaya! para ti es mejor un día lluvioso, te das cuenta; que te encanta la lluvia, que te gusta el frio, que eres feliz en ese momento. Y esa felicidad no esta en tus manos, porque tratas de coger la lluvia y se te escapa, tratas de tomar el viento helado y no lo coges.

Hay encuentras la respuesta, tu felicidad solo la encuentras en lo que no te pertenece, se haya en otra persona; porque estas con él y sonríes, te escribe o habla y eres feliz, lo buscas inquieto pero lo encuentras y de nuevo la felicidad alumbra tu vida, se siente tranquilo.

Tu felicidad la tiene… otra persona.